jueves, 24 de octubre de 2013

Educaciòn en Valores



Educación en valores

Ayudar a nuestros hijos e hijas a desarrollarse armónicamente en estos tiempos, marcados por los valores controversiales, incertidumbres y una paz, muchas veces quebrantada, no es tan fácil. 

La participación activa de los padres y los maestros/as, facilita que los niños y las niñas, adolescentes y jóvenes aprendan a valorar y a respetarse a sí mismos, a los demás, los símbolos patrios, nuestras tradiciones, costumbres y las diversas manifestaciones de nuestro sincretismo cultural. 

El ejemplo familiar y el apoyo de maestros y maestras son dos condiciones básicas para que los niños y niñas, adolescentes y jóvenes, aprendan desde la más temprana edad a manejar el diálogo como herramienta fundamental para plantear y resolver problemas. 

La valoración del trabajo como forma de hacer bien las cosas, ganarse el sustento propio o familiar y crear riquezas expresadas en bienes y servicios, es un proceso gradual que se inicia en la familia y se consolida durante la experiencia escolar, es por eso que sin el apoyo de la familia es muy difícil que la escuela pueda formar sujetos capaces de amarse y respetarse a sí mismos, a sus familiares, a sus amigos, al barrio, al centro educativo donde estudian.
La familia y la escuela son dos espacios de aprendizaje y de crecimiento humano donde los niños y niñas aprenden de manera progresiva a ser, pensar, sentir y actuar con autonomía y seguridad, así como a expresar y defender sus ideas respetando la de los demás. 

De la calidad de la familia y de la escuela depende que nuestros niños y niñas aprendan a respetar la vida en todas sus manifestaciones. Esto les permite demostrar capacidad de autocrítica, sentido de justicia, equidad, solidaridad y valentía, así como la valoración de la dignidad humana. 

La familia y la escuela unidas crean un clima favorable para conformar en los niños y niñas adolescentes y jóvenes de ambos sexos actitudes asertivas contra abusos, maltratos, agresiones, contra su persona y la de los demás. 

El valor se refiere a una excelencia o perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad, ser honesto, ser responsable, sincero; es más valioso trabajar que robar. La práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor la despoja de esa cualidad”.
“Desde el punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social”.
Es necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos. En un ambiente de alegría toda fatiga y esfuerzo se aligeran, lo que hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega gustosa en beneficio de nuestros seres más queridos y cercanos.

 Lo primero que debemos resolver en una familia es el egoísmo: mi tiempo, mi trabajo, mi diversión, mis gustos, mi descanso... si todos esperan comprensión y cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás? Si papá llega y se acomoda como sultán, mamá se encierra en su habitación, o en definitiva ninguno de los dos está disponible, no se puede pretender que los hijos entiendan que deben ayudar, conversar y compartir tiempo con los demás


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